
Puente de Junín sobre la quebrada Santa Elena. Fotografía Rodríguez, 1900.
La historia de la avenida La Playa va de la tragedia a la comedia, de la ópera al sainete, de la negligencia a la excesiva laboriosidad, del irrespeto por la naturaleza a la vitalidad desbocada de la ciudad. La calle de hoy fue paseo y los edificios fueron quintas, los cruces fueron puentes y quedan algunos árboles centenarios y silenciosos. La sombra y el eco imaginario de la quebrada Santa Elena todavía invitan a darle un nuevo significado a este tradicional sector del centro de Medellín, punto de confluencia y de encuentro, donde pasan inadvertidas las diferencias, se mezclan los de arriba y los de abajo, los cultos y los iletrados, y se cruzan sin darse por enterados el libertino y el asceta.
La Playa se convirtió en eje cultural de una renovada Medellín, más tolerante e incluyente, un corredor donde tienen asiento los teatros, las casas de cultura, los museos y las bibliotecas; un colorido y sorprendente paisaje visual y sonoro, donde se ve reflejada la ciudad como en un espejo.