La Santa Elena
Ricardo Uribe Escobar

LA SANTA ELENA

Paseo La Playa. Pastor Restrepo, 1875.


1923. Mayo 5

El simpático hijo de Luis Mejía S. acaba de proponer al concejo de Medellín la cobertura de la quebrada de Santa Elena en un trayecto del puente de Junín hacia arriba, para construir una plazoleta frente a un edificio que, según se dice, van a levantar donde hoy está la vieja casa de pepe Jaramillo y que probablemente se destinará para espectáculos públicos, si no miente la imaginación de los fantaseadores vecinos de esta Villa.

Ya se ha dicho por ahí que ese proyecto es un grave atentado contra la estética, pues va a quitar de nuestros ojos el paisaje maravilloso de un pedazo de esa quebrada que atraviesa misericordiosamente a Medellín para recoger todo lo sobrante y lo saliente de los feligreses de Monseñor Cayzedo. Aquí entre nos, podemos confesar que la Santa Elena es la base de los desagües urbanos, especie de alcantarilla descubierta, única en el mundo civilizado, pero a la cual tenemos que agradecerle el favor que nos hace, pues si no fuera por ella, la población de la ciudad se podría contar hoy con los dedos de una mano. Mejía propone, pues, tapar ese albañal pintoresco en que recreamos las narices y los ojos todos los que no hemos podido conseguir que el señor concejo construya el alcantarillado que planeó hace más de diez años el ilustre ingeniero francés señor Rigal y cuyos proyectos hasta creo que yacen abandonados en cualquier rincón de los archivos municipales, llenos de polilla, de polvo y de olvido, a pesar de que ninguno de nuestros técnicos raizales es capaz de idear siquiera la centésima parte de aquellos planos admirables.

La Santa Elena

Cobertura de la quebrada Santa Elena, s.f.


Y todavía hay quien diga que los que quieren cubrir la quebrada van a cometer un crimen contra la estética. Es verdad que de cuando en cuando agrada mirar el curso de esas aguas, pero de los treinta días del mes, en veintiocho de ellos no hay quien pueda asomar las narices por allí, y cómo los ojos quedan muy cerca de las narices, resulta que la poesía del arroyo se pone tan maloliente que la vista se retrae sin pena de ese lugar desagradable.

Recuerdo que cuando nos visitó Eduardo Zamacois, al pasar por La Playa me decía: -Este es un río poeta como el Tajo y el Manzanares: no sirve para nada, pero da placer a los ojos.

No me atreví a decirle que este río servía para lavarnos por dentro, por no matarle la ilusión.

Total: creo que se le debe de dar gusto al progresista hijo de Luís Mejía, para que así empecemos a tratar ese arroyo turbio d, fuente de enfermedades, cuna principal de los zancudos y molestia del olfato. En apoyo a esa propuesta voy a decirles lo que se veía pasar un día de creciente por esas aguas mancilladas: una gallina muerta, un taburete viejo, un baúl, cuatro matas de plátano, un mostrador y un armario, seis damajuanas, un colchón, dos catres de tijera, una forja, una jaula, una vasija de higuerón, una lora, una gata pintada, tres o cuatro alpargatas barbudas, un árbol de higuerilla, dos esferas rotas, un zapato boquiabierto, el cadáver de un pero, un sombrero de copa, un Colombiano y un bonete.

Díganme ustedes si estos espectáculos merecen conservarse…

LA SANTA ELENA

Primer capítulo del Proyecto de Alcantarillado presentado por el ingeniero francés René Rigal a la ciudad de Medellín en 1913. Archivo Histórico de Medellín.


*Fragmento extraído del libro El almanaque de don Alonso Ballesteros 1921 - 1923, de Ricardo Uribe Escobar.


Universo Centro Biblioteca Pública Piloto Bancolombia Comfama Confiar Sura Museo de Antioquia Archivo Histórico de Medellín Alcaldía de Medellín EDU Metro de Medellín Cohete.net