Dibujar el Centro

La artista

Me llamo Natalia Ospina y soy arquitecta. Vivo en el Centro desde hace seis meses con mis abuelos, pero siempre viví en Castilla. Mi familia llegó a ese barrio desde Cañasgordas, cuando mi mamá estaba en embarazo, hace veintiséis años. Desde los siete escucho hablar de Dostoievski. En mi casa los libros estaban por todas partes. Recuerdo mucho la biblioteca. Y las ilustraciones. Recuerdo cuando pasaba las hojas y me detenía a ver cómo el dibujo representaba lo que estaba escrito. Cuando entré a la Universidad Nacional a estudiar Arquitectura, eso me hizo ver la ciudad de una manera diferente. No quiere decir que a todos los arquitectos les encante el Centro, pero desde que entré nos hacían recorridos. Me gustaba detenerme en los lugares y analizar los edificios, la naturaleza que había alrededor.

Me acuerdo que el Centro siempre fue para mí el hábito semanal de salir con la abuela a comprar botones para coser. Cuando caminábamos, el Centro no solo era cambiar de espacio, era cambiar también de tiempo. Uno en el que todos iban muy rápido. Desde esa época de las vueltas y luego cuando estudié en el Cefa, comencé a sentirlo cotidiano. El bus de mi casa me dejaba en el parque de San Antonio y de ahí caminaba hacia el colegio que queda muy cerca de la Placita de Flórez. En ese trayecto tuve que empezar a reconocer situaciones, a evitar pasar por los lugares que no eran seguros, a esquivar las miradas de los viejos verdes que se babeaban con nosotras. De todas maneras nunca me dio miedo. Empecé después a venir a San Alejo, al Periodista, hasta que terminé viviendo acá. Hace mucho lo quería. Y mis abuelos también. Están felices porque pueden ir misa a muchas iglesias.

Del Centro hay más documentación que de cualquier otra parte de la ciudad, acá están las huellas de momentos y de personajes de la historia. Y como eso me interesa tanto, y al principio del año quería participar en un proyecto editorial, el taller de Dibujar el Centro que dio Gabriel Duque fue perfecto para mí. Normalmente uno va a las carreras por el Centro y es muy valioso pasar por las calles y detenerse a mirar con más atención los lugares y el dibujo es una forma de hacerlo. Pero me sorprendió que no dibujé edificios. Me concentré en los oficios de los venteros. Por ejemplo, me sorprendió la señora que se hace afuera del atrio de la iglesia con un pequeño puesto de obleas, camándulas, minutos, chicles, tinto, mecato... hasta ropa vende. Los edificios son muy aburridos sin las personas. Pude haber dibujado esa iglesia neogótica majestuosa de la Plazuela de San Ignacio, pero tenía al frente a esa señora vendiendo cosas, y me pareció que lo más interesante era donde estaba el movimiento. Yo me pregunto cuántas cosas no habremos conocido porque no se documentaron. La memoria es una necesidad, una obsesión que tenemos las personas, queremos que eso que vivimos sea eterno. Por ejemplo, a mí me gustaría hacer eternos los carritos de los venteros ambulantes en una página de Universo Centro.

Dibujar el Centro

Dibujar el Centro

Tallerista: Gabriel Duque - Creación Colectiva
Participantes: Daniela Jiménez Guzmán, Dayanara Taborda Pérez, Hernán Darío Rodríguez Ossa, Laura Sofía Guisao Ochoa, María Camila Quintero López, Natalia Ospina Vásquez, Luisa Fernanda Echeverri.

 

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