Puente de Guayaquil. Paulo Emilio Restrepo, 1890.
Las Cuelgas
Fueron muchos los conflictos que se presentaron entre los ribereños del río porque algunos propietarios lo colgaban a su antojo para mejorar sus fincas, con lo que perjudicaban a los demás. Algunos, pocos es cierto, adquirían tierras en ambas bandas, y santo remedio. Todavía en 1875, cuando esas cuelgas eran asunto particular, un vecino de Belén, Valerio Lotero Álvarez escribió al concejo para ofrecerse al arreglo del cauce del río "en el punto de Guayaquil" para defender un paso que les servía para llegar a Medellín; como sus parroquianos, estaba interesado en evitar la pensión de pasar por La América y el Charco de La Peña para llegar al Puente Colombia. Poco después se comenzó a levantar por E. Haeusler el sólido Puente de Guayaquil que aún sobrevive y que les permitió hacer camino directo hasta Belén, sin dar la vuelta aquélla.
*Fragmento del libro La sede de Otrabanda, publicado por la Compañía Suramericana de Seguros S.A.