Calle San Juan

Calle San Juan. Gonzalo Escovar, 1930.


Calle o avenida San Juan. De la ronda del río a las fumarolas de los trenes

Desde el alto, por el camino de La Asomadera hacia el sur, entre casas, barrancas y el agua, bajando por las inmediaciones de las actuales carreras de Girardot hasta Carabobo, se llegaba a una parte de los ejidos (terrenos de uso público), propiedad del Cabildo de Medellín desde 1675, que bordeaban el río Aburrá. Los ejidos fueron arrendados a particulares de forma sistemática durante todo el período colonial, y su producido engrosaba las rentas de la villa. Desde 1821, bajo las disposiciones republicanas, el Cabildo ordenó su venta, asunto que se volvió ley nacional en 1825, con el fin de aumentar las rentas municipales, proceso que en Medellín duró hasta después de 1860.

En los espacios que en la actualidad ocupan el entorno y la calle o avenida de San Juan, entre la carrera Palacé y el río, hubo fincas y solares sembrados de caña dulce, cañafístula y rastrojos. Sin embargo, la influencia de la ronda del río y de la fuente que bajaba de la montaña –quebrada Los Ejidos o Zanjón Guayaquil– persistió durante diferentes años, manifestada en humedales, denominados desde el período colonial como pantanos. Esta condición física se entendía como problemática para los cercanos residentes, para los viajeros y para el Cabildo. Se hablaba de la seca de los terrenos, la intervención buscaba “dejar espacios libres para el trajín de las gentes”.

Por estos motivos, los vecinos de la Plazuela de San Roque, denominada después Rafael Uribe Uribe, manifestaban estar “encerrados”, alegaban que tenían que dar largo rodeo para movilizarse. Insistieron en “la apertura de un camellón que siga la ruta en dirección hacia el sur de esta ciudad, desde la plaza por la calle del Monasterio de Carmelitas, hasta la salida del río. Que se abran a la vez las calles trasversas que de él conduzcan al camellón de Guanteros, y hacia la banda opuesta, dividiendo así los ejidos en manzanas proporcionadas, para establecer en una de ellas, una plaza de mercado para la venta de animales en pie y otros usos”.

Calle San Juan

Una parte del puente de San Juan a La América. Benjamín de la Calle, 1922.


Peticiones de esta índole, más los intereses de los particulares que compraron los antiguos ejidos y las obras públicas ejecutadas entre propietarios y la municipalidad, llevaron a que desde 1842 el sector se llamara camellón del Sur. En 1856, se realizaron cortes en el río para impedir que este entrara al mencionado camellón. En las décadas sesenta-setenta del siglo XIX, el trazado adquirió la categoría de calle y el nombre de San Juan. El tramo abierto llegaba hasta el río, complementado con la paulatina adecuación de las calles de Girardot, El Palo, Palacé, Bolívar y Carabobo.

A partir de 1890, San Juan se prolongó hasta la fracción de La América, integrando la denominada “Otra Banda” y el nombre se aplicó a todo el trazado. Un elemento más contribuyó a poner en línea de alta importancia la calle de San Juan en 1897: según los concejales Jesús María Mora y Mario Vélez, quienes tenían la misión de estudiar la situación de la calle y su entorno. Para completar el largo proceso era necesario construir un puente y realizar la cuelga o rectificación del río, lo que comenzó con dineros aportados por la Sociedad Privilegiada de la Plaza de Mercado Cubierto de Guayaquil.

En 24 años (1890-1914), en la calle de San Juan quedó establecido un punto central que atrajo a diversidad de personas (comerciantes mayoristas y minoristas, vendedores informales, viajeros, empleados, transeúntes). Este punto adquirió la denominación de plaza, cuyo nombre recordaba al ingeniero cubano Francisco Javier Cisneros, quien inició, a mediados de 1870, el diseño del Ferrocarril de Antioquia cuya estación central ya estaba construida en 1910. La plaza de mercado, los edificios que emergieron para diferentes actividades económicas (Vásquez y Carré, Pasaje Sucre con su Banco de Sucre), el servicio médico y de droguería en la Farmacia Pasteur, fueron lugares de alta demanda. Todas estas actividades requerían de transporte de objetos y personas interesadas en lo que se ofertaba en el sector, disponiendo de carretillas tiradas por caballos, automóviles, camiones de escalera y las líneas del tranvía a Cisneros y a La América.

En fin, la calle-avenida de San Juan resultó tener un fuerte movimiento que atrajo a distintos sectores de la ciudad. Sirvió de conectora con lugares alejados o inmediatos que se formaron durante el siglo XX. Micromundos con expresión propia, pero, a la vez, entrelazados, suma de fragmentos urbanos que hicieron la ciudad entre finales del siglo XIX y los años cincuenta del XX. Barrios Guanteros, Niquitao y Colón. La Bayadera, Guayaquil y Barrio Triste. En todos estos sectores hubo expresiones de cultura popular, barrial y citadina en el habitar, en los oficios, en el lenguaje y en las álgidas relaciones sociales.

Calle San Juan

Calle San Juan. Gabriel Carvajal, 1966.


Escudriñar en diferentes fuentes históricas sobre la multiplicidad de transeúntes que iba y venía por San Juan permite hoy observar diversidad de personas en tránsito, y, asimismo, evidencia la existencia de diferentes clases sociales. Diferencias expresadas en los lenguajes corporales, los trajes, los pies descalzos, en especial de los niños, que contrastaban con los cachacos de botines, saco, chaleco y sombrero.

Los vagones de los trenes descargaban viajeros que llegaban y recogían los que se iban de la ciudad. El Ferrocarril de Amagá difundía avisos invitando en 1919 a pasear a la Estación de Angelópolis para saludar el arribo de Marco Fidel Suárez. El de Antioquia, en 1937, promovía tiquetes rebajados y cómodos paseos a Puerto Berrío, donde el hospedaje se garantizaba en el Hotel Magdalena.

Aparte de los viajeros, otras personas esperaban los trenes, interesados en la carga que llegaba a las estaciones, con objetos de lujo o materiales de construcción. Los martes, el Ferrocarril de Antioquia ofrecía vagones para el transporte de ganado gordo y flaco. La aglomeración de viajeros podía calmar el deseo de comer en el Restaurante y Confitería Noel de la Estación Medellín o tomar alguna bebida en el Café Cisneros mientras esperaba el tren.

Diferentes y trascendentales cambios económicos y políticos marcaron la decadencia de este lugar desde mediados de 1950. La plaza perdió su función. Se derrumbó parte de aquella arquitectura diseñada para el comercio y otra, como los edificios Vásquez y Carré, logró ser restaurada. Solamente después de 1984, la calle-avenida de San Juan empieza a remplazar este pasado con la presencia del Estado.

*Fragmento extraído de la cartilla Historias Callejeras, publicada por el Archivo Histórico de Medellín y la Alcaldía de Medellín.
Ver cartilla en Patrimonio de Medellin


Universo Centro Biblioteca Pública Piloto Bancolombia Comfama Confiar Sura Museo de Antioquia Archivo Histórico de Medellín Alcaldía de Medellín EDU Metro de Medellín Cohete.net