San José

“Está prohibido colocar velones en los altares. Responsabilidad de todos cuidar de ellos”, cartel de entrada

Se encuentra en el sitio donde estuvo la capilla en honor a San Lorenzo a mediados del siglo XVII. En 1847 pasó a manos de los jesuitas quienes iniciaron su reedificación. Inaugurada en 1902 y declarada parroquia en 1931.

Desde lo alto

Desde lo alto de la iglesia de San José, sobre las cabezas de miles de transeúntes y las capotas de cientos de vehículos, nos observan día y noche Juan, Mateo, Lucas y Marcos, los cuatro evangelistas de la biblia católica. Apostadas allí desde comienzos del siglo XX, las efigies han sido testigos de las transformaciones de esta esquina histórica del Centro de Medellín: el cruce de la Avenida Oriental con la calle Ayacucho.

San José

En la pileta del atrio, diseñada por el maestro Francisco Antonio Cano y donada por la Sociedad de Mejoras Públicas en 1910, se dan cita amigos, socios y enamorados. En tiempos recientes la concurrencia ha aumentado con la estación San José del tranvía, a un lado de la fuente. Mientras esperan, o antes de entrar al templo, los creyentes consiguen en el atrio estampas, cirios, velas, novenas, rosarios, cristos, medallas. El mercado religioso para materializar la fe.

La iglesia de San José fue construida con frente hacia Ayacucho porque para comienzos del siglo pasado esa era la vía principal. La historiadora Mercedes Vélez White dice en su Arquitectura contemporánea de Medellín que hasta los años setenta la edificación tenía casas alrededor. Su entorno de buses, mercadillo y tranvía lo completa, por el costado oriental, un pasaje comercial con soluciones electrónicas que funciona desde 1988.

Por dentro

A una misa ordinaria en San José pueden concurrir más de doscientas personas. No necesariamente asisten a la ceremonia completa, como manda la santa iglesia; unos entran antes y se van en la mitad, otros entran en cualquier momento y cogen el hilo. Su público lo conforman gentes de otras parroquias que hacen su pausa en el Centro, oran, agradecen, piden.

Aunque la iglesia está consagrada a San José, el más solicitado de sus santos es Jesús de la Buena Esperanza, decenas de placas de agradecimiento lo confirman. Es el primero en la nave derecha, a todo el frente de la puerta del perdón, y siempre tiene veladoras eléctricas encendidas.

Al cuidado de esta parroquia se encuentran un gran retablo de San José, obra del austriaco Carlos Hofrichter, que preside el altar principal; el cuadro Bautismo de Jesús, del mismo Francisco Antonio Cano, pintado en 1906; y el que para algunos autores es el lienzo más antiguo de Medellín, el de San Lorenzo, primer patrono de la ciudad, pintura cedida a la iglesia de San José en 1643 por el oidor Francisco Herrera y Campuzano, el cuadro tiene una leyenda que dice: “Pintao en 1617, retocao a devoción de Cornelio Molina en febrero de 1817”.

Este edificio está hecho con ladrillo macizo pegado con argamasa. En su diseño intervinieron el jesuita español Félix Pereira y el arquitecto francés Charles Carré, el mismo que participó en los proyectos de la Basílica Metropolitana y los edificios Vásquez y Carré en Guayaquil, entre otros.

En casi todas las cincuenta misas semanales, siete diarias de lunes a sábado y ocho dominicales, se escucha el órgano que presta sus servicios a la parroquia desde 1955. Un instrumento digno de una iglesia que persiste a pesar de los ensanches.

 

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