Iglesia Nuestra Señora del Sagrado Corazón

“Sed misericordiosos”, cita en FanPage de la parroquia

Inaugurada, bendecida y erigida parroquia en 1931. Declarada bien de interés cultural municipal en 1983.

Pedid y se os dará

En una época en la que Antioquia exportaba curas y monjas a todo el país, los habitantes del barrio Buenos Aires solicitaron permiso a la arquidiócesis para construir un templo, pues mucha falta hacía en una zona en crecimiento, paso obligado de los arrieros que subían a coger el camino a Rionegro por Santa Elena.

Era 1902 y el requerimiento fue aprobado. Las obras iniciaron ese mismo año en el terreno donado por Mercedes Saldarriaga de Botero sobre el Paseo de Buenos Aires, en la calle La Amargura, hoy Ayacucho, enseguida de la Casa Botero, el castillo afrancesado construido a finales del siglo XIX y en el que actualmente funciona una clínica. El diseño del templo estuvo a cargo de Francisco Navech, arquitecto, ingeniero y electricista francés radicado en Medellín. Lo acompañaron en la obra los padres Víctor Escobar, en una primera etapa, y Luis Ricardo Gaviria, a partir de 1905, de quien se dice acostumbraba ir dos días por semana a pedir limosna en la plaza de mercado de Guayaquil para robustecer los fondos de la construcción.

La iglesia de Buenos Aires, consagrada a Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús, abogada de las causas difíciles y desesperadas, se terminó de construir en 1931. Su primer párroco fue Rafael Duque, quien antes de sacerdote fue periodista y alcalde de Medellín.

Creced y multiplicaos

Iglesia Nuestra Señora del Sagrado Corazón

Entre los años sesenta y setenta, en tiempos del padre Fernando Gómez Mejía, el templo fue objeto de varias obras: se revistió todo de granito verde, se remontó la cúpula central, se reformó el altar, se remodelaron el atrio y los patios laterales, y se construyeron la sacristía y el edificio parroquial.

Hoy la iglesia es concurrida por habitantes de Buenos Aires, Caicedo, La Milagrosa, El Salvador, quienes mantienen el templo a reventar durante todas y cada una de las misas dominicales. Las cuentas del actual párroco, Jhon Arango Tobar, son claras: ochenta bancas con siete personas cada una, “más los que se quedan de pie y en el atrio, póngale ochocientas personas por misa, unas ocho mil en las nueve misas del domingo”. Entusiasmado con las cuentas, el padre Jhon calcula en cuarenta mil el número de hostias que suministra mensualmente.

Pero a esta iglesia no solo asisten los vecinos, también, hijos y parientes de quienes se quedaron en la zona, un sector con alta población de adultos mayores. El mismo cura la define como parroquia madre y parroquia puerto: “Madre porque de aquí se originaron todas las que hay de aquí para arriba, y puerto porque viene gente de todas partes”. Debe ser por eso que la falta de lugares para parquear no perjudica las veintiún eucaristías que hay de lunes a sábado, nunca cuentan menos de cien feligreses cada una.

Venid, adoremos

En esta edificación de estilo gótico hay que detenerse en los catorce óleos del Viacrucis, pintados por el belga Georges Brasseur entre 1926 y 1928, cuando era director de la Escuela de Bellas Artes. También se destacan el altar principal en mármol, la imagen de la patrona y los vitrales.

El templo solo se abre para las misas, sin embargo, el oratorio, en el costado oriental, está abierto todo el día. Los salones parroquiales son escenario permanente de actividades juveniles y comunitarias, y, cada mediodía, de beneficencia, con las viandas que los sacerdotes brindan a ancianos sin recursos.

Iglesia Nuestra Señora del Sagrado Corazón

 
 

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