Caminando por Calibio observé el imponente palacio de la cultura cuya arquitectura procede de épocas muy lejanas y contrasta con la modernidad de los demás edificios del centro. Antes de llegar al Edificio Gutenberg, sobre Carabobo, una pequeña barbería captó mi atención. Su estilo clásico, sus barberos ancianos, su color rojo y la cantidad de espejos brillantes, hicieron que observara con mayor detenimiento. Luego noté que tenía un “N-1” y que se llamaba Barbería Real.
Entre a aquel lugar y de inmediato las miradas se dirigieron a mí, supongo que a mi cabellera despeinada que llevaba varios meses creciendo libremente. Una señora me abordó y pregunto si deseaba motilarme, yo accedí distraído por lo particular que era el lugar y las personas que en el estaban. Me guiaron al segundo piso donde había aún más espejos, un lugar que se aislaba del ruido callejero y de los radios de los barberos. Solicité que me motilara alguien con mucha personalidad, una persona que conversara mucho e hiciera gestos propios de un peluquero; que usara sus manos al tiempo y estirara los mechones de pelo con sus dedos. En esos instantes iba ingresando una señora de pelo corto y rojo, con un estilo noventero y, justo lo que quería, diferente a los demás.
Nos presentamos y descubrí que se llama Marleny. Me acomodó en su silla roja y brillante, me cubrió con un trapo y me pregunto qué quería que me hiciera. Fue entonces que recordé a lo que íbamos. Le pedí que me hiciera lo que ella quisiera, que pensara lo que más me luciera, y entonces comenzó.
Hablamos de cantidad de temas, desde los más personales hasta la historia de la barbería y de sus compañeros barberos. Me contó que ella era la “payasa” y que hacia reír a todos modelando y molestando. Para mi sorpresa, narró cómo comenzó a trabajar en aquel lugar hace 21 años y como ha notado, a lo largo de todo este tiempo, la transformación del centro, una transformación que con nostalgia para ella ha sido hacia la inseguridad, la delincuencia, el comercio exagerado que hizo de negocios como la Barbería Real tuvieran que reducir sus sucursales de cuatro a tan solo una. La confianza fluyo rápidamente entre ambos, ella me preguntó cosas de mi vida y yo de la de ella. Fue un momento muy diferente a los que ya había vivido en el centro ya que me sentí tan cómodo como en mi casa y con una mujer tan bella que parecía mi madre.
Cuando finalizo, pude ver el piso lleno de mi pelo y mi cabeza por fin organizada.
El domingo 18 de junio a las 7 de la noche, el proyecto CASA lanzará un micro documental sobre la Barbería Real, pretendemos mostrarte la belleza de este lugar para que te animes a recorrer el entorno que habitas. Puedes buscarnos en Facebook como casawebdoc. Míralo para que te cautives con la magia del lugar y compártelo para que otros lo conozcan.