Chorizo intelectual
Ítaca es una pequeña isla humeante sobre la carrera Córdoba, ya llegando a Perú. No tiene lema sobre la puerta ni bandera en su cornisa. Una cortina de chorizos variados, picantes los unos, curados los otros, recién embutidos los demás, adorna la cocina donde Diana y Juan Carlos prendieron su fogón un primero de diciembre del año 2010. Los chorizos atraen a los caminantes que llegan en busca de una tira encargada hace días. Juan Carlos dice que luego de cuatro días colgados ya se pueden comer crudos y, luego de siete, ya merecen destapar una botella de vino. Comenzaron la tarea intentando una receta de Extremadura, con menos grasa, cañón de cerdo en vez de carne de tercera y cúrcuma, paprika y pimienta en vez de cominos. Y los chorizos se fueron haciendo inolvidables a su manera. “Esto lo levantamos a punta de chorizos, vendíamos uno y pegábamos un baldosín”, me dice Juan Carlos. Hoy ofrecen cuatro tipos de carnadas para atraer a sus clientes: Chistorra de Navarra, chorizos picantes, chorizos antioqueños y los tradicionales de Ítaca. De modo que usted puede pasarlos con guaro o con vino, acompañarlos con poncho o con una boina vasca.
Pero sobre las cinco mesas de Ítaca se sirve algo más que embutidos. Las albóndigas y las papitas rellenas tienen fama por sus propiedades adictivas. El menú́ ejecutivo de todos los días marca el miércoles de comida colombiana, puede sorprender con platos italianos o mostrar especialidades como la pechuga rellena. Cada día trae su afán y su carta. Los domingos, como si fuera un guante que se voltea y muestra sus costuras, el restaurante completo se saca a la calle y desde la cocina el parrillero atiende el asado. También se ofrecen especialidades (cazuela de mariscos, solomito en salsa de tocineta y champiñones, cañón de cerdo) por encargo. Los ajíes son una de las aficiones de la casa y los postres están prohibidos.
Al final de la noche, cuando no queda más que algo de la sopa del día, es normal oír una cantata con los serenateros y los habituales de Ítaca. Y no es difícil encontrar una canción que diga “No me olvides...”