Quién sabe por qué gusta tanto este céntrico hueco
Me siento en la cafetería Santa Teresita, a un costado del Perio, como también le dicen con cariño; pido un pastel de pollo y una coca cola, busco la hora en el celular: las ocho en punto. Recuerdo la sentencia que a manera de consejo me regaló el taxista antes de bajarme: "el que entre la miel anda…". Miro la miel desde la primera mesa de la cafetería: muchachos que conversan, beben vino, se pasan un bareto, desprevenidos en la noche de sábado, mendigos y vendedores de chicle, un par de policías que bostezan, un borracho habitual cantando o predicando al lado de la escultura de unos niños que juegan. ¿Por qué le choca tanto a Catalina este parque? ¿Por qué a mí, desde que me lo presentó mi profesor de literatura, el poeta H, me gusta tanto? Quince años, le dije al taxista. Hace quince años, un poco más un poco menos, el poeta H invitó a un pequeño grupo de alumnos a ver una obra en La Casa del Teatro. Cuando salimos nos dijo que nos tomáramos una cerveza en el parquecito, y cruzando la calle ya estábamos en El Periodista. De la obra no recuerdo casi nada; sé que era de Darío Fo y que me gustó como le gustan a uno las cosas a los dieciséis años. Pero lo que realmente me entusiasmó fue el parquecito, ver a toda esa gente ahí, tan en lo suyo, aparentemente despreocupada del mundo, como si nadaran en un acuario en medio de dos calles transitadas...
...el taxista pregunta: ¿Por qué les gusta tanto este parque?