Barrio Triste

Obreros, mecánicos, fábricas, talleres y cantinas entre aires de despecho

Hace poco más de cien años, Guayaquil estaba en las afueras de la ciudad, en la esquina sur-occidental; era un extenso terreno plano y pantanoso que se extendía desde lo que hoy son La Alpujarra y la Plaza de las Luces hasta Barrio Triste, atravesado por la quebrada Los Ejidos o Zanjón Guayaquil, que desemboca (hoy cubierta) al río Medellín.

A las afueras de este nuevo centro, al costado occidental de la vía del ferrocarril de Antioquia se fue creando un sector que sería la trastienda, el patio de atrás de la efervescencia que se vivía en aquellos años de principio de siglo y que de forma fortuita, quizás poética, vendría a llamarse Barrio Triste. Tal es la condena de todo centro, asegurárse una periferia que le sirva de margen y contraste.

Barrio Triste, treintaitrés manzanas localizadas entre la Avenida del Ferrocarril y la Avenida del Río, y entre la calle San Juan y la calle Colombia. Barrio Triste nació con vocación de outsider, de rebelde y marginal, y se convirtió en el último lugar donde se iba a reparar lo que no encontraba arreglo en ninguna otra parte.

 

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