En los alrededores del Parque de Bolívar nació la rumba homosexual de la ciudad; los bares y billares no eran reconocidos plenamente como “de ambiente”, pero algunos de sus visitantes sabían que allí podían flirtear con otros hombres. El Machete, uno de los bares gais más antiguos del sector, abrió en 1984. Border Line, que tiene 41 años, recuerda que cuando cumplió dieciocho visitó también El Tambo del Indio, Casa Dorada, Barú, Escrúpulos, Zararacas y Ceres.
En la parte trasera de la Catedral Metropolitana está hoy Barbacoas, una calle que, aunque pequeña, demuestra cuánto ha crecido la minoría LGTBI de esta ciudad. Cada fin de semana, los besos de los enamorados, el taconeo de las travestis y la música de los parlantes – desde plancha hasta reguetón – le dan vida a ese lugar donde la consigna es la libertad. Allí mismo, cada año, culmina la tradicional marcha gay.
Allí donde se viven cotidianas batallas por el reconocimiento y la libertad, se siente con vigor el pálpito de la ciudad diversa.