Hospital San Vicente de Paúl. Benjamín de la Calle, 1930.
A principios del siglo XX, Medellín contaba únicamente con el Hospital San Juan de Dios, cuyas instalaciones se encontraban en lamentable situación y por ende sólo podían ofrecer un servicio deficiente.
En 1912, un grupo de filántropos de Medellín, encabezado por Alejandro Echavarría Isaza, gestó la idea de construir un nuevo hospital, consiguiendo el apoyo de la iglesia, el sector industrial y los intelectuales de la época, junto con el conocimiento médico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia. Se procedió entonces a la compra del terreno en el Llano de los Muñoces, un sector al norte alejado del centro de la ciudad, como se había dispuesto años atrás en Europa.
El diseño del San Vicente (u Hospital Universitario, como también es conocido) correspondió al arquitecto francés Augusto Gavet, Director general de Construcciones Hospitalarias de Francia para aquella época. Así, en 1916 se iniciaron los trabajos de construcción, que duraron casi 20 años. Abrió al público el 10 de mayo de 1934.
Se hizo famoso cuando sus médicos lograron crear uno de los primeros riñones artificiales y últimamente por su liderazgo en el área de transplantes, pero más allá, en el aspecto asistencial, no se puede imaginar a Medellín sin su servicio de urgencias, que es el más activo de la ciudad y sin sus 670 camas, que viven ocupadas.
Fue declarado Monumento Nacional en 1996 y desde 1988 había sido inscrito como parte del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, considerando el valor arquitectónico de sus edificaciones, el conjunto formado por ellas y las espléndidas áreas verdes que las circundan.