“Llamados a evangelizar con alegría”,
postulado claretiano
Calidez
Al hombre, que se llamaba Ricardo, lo despidieron diez deudos, cuatro agentes funerarios, un cura y su ayudante, y el vacío de casi sesenta bancas desocupadas en la iglesia Jesús Nazareno. Fue un adiós rápido y sin llanto. Hasta el carro funerario los acompañó el sacerdote en turno para las misas extraordinarias por exequias, que en esta parroquia pueden llegar a ser seis en un día. Eventualidades propias de un templo en cuyo vecindario se cuentan catorce funerarias, un hospital y una clínica.
Caridad
Pero no solo la soledad y la muerte rondan esta iglesia de la avenida Juan del Corral con calle Moore, extremo norte del Centro, y vecina del Hospital San Vicente de Paúl. La solidaridad y la vida también tienen aquí su efervescencia. En especial los martes, cuando a las siete de la noche un grupo de amigos de la parroquia, cargados con seis grecas, dos termos y varias bolsas, sale de la casa cural rumbo a andenes, jardineras y recovecos del vecindario a repartir aguapanela y pan a los habitantes de la calle.
Grandeza
El templo de Jesús de Nazareno mide 56 metros de largo por 17 ancho. Una estrechez de frente que explica que apenas ostente una puerta frontal. Pero quizás una de las características más llamativas de esta edificación es la escultura del Corazón de María que se erige en lo alto de la torre principal -a 50 metros de altura- y que pese a los ya muy crecidos edificios aún se destaca en el cielo de Medellín. Cuenta el padre Guillermo Vásquez, de la comunidad claretiana que administra esta iglesia, que a esta estatua muchos la conocen como “la virgen equilibrista”. La iglesia, escriben los que saben, es de estilo gótico francés y fue diseñada por el arquitecto y misionero Vicente Galicia Arrue; en ella pueden admirarse los altares en madera a San Antonio Claret y a Jesús Nazareno, las estaciones del viacrucis y el reloj alemán que data de los años cuarenta y que todavía funciona.
A este edificio, de colores amarillo y rojo carmesí, lo precedió una ermita que se empezó a construir en 1895 por iniciativa de Isabel Echavarría, hermana de Alejandro Echavarría, cuando por ese lado de la ciudad no había más que potreros. Sin embargo, gracias a la fe y recursos de la señora y su familia, la capilla logró terminarse en 1899. Medía 32 metros de largo por 9 de ancho. Hoy esta área la ocupan la cripta y la biblioteca de los claretianos, digna de visitar, con más de 22 mil volúmenes sistematizados, y no solo de teología y religión.
Constancia
Aunque las cinco misas de los domingos en Jesús Nazareno son concurridas, en semana la asistencia es poca: una minoría de residentes del sector y, principalmente, gente de paso. De la feligresía davivosa de mediados de siglo, habitantes del barrio Prado, nada queda.
Sacramentos se ofrecen todos. Bautizos los primeros domingos de mes, primeras comuniones en diciembre, confirmaciones en octubre y, por supuesto, exequias, que, aunque le han costado el mote de parroquia de entierros, ayudan a mantener la iglesia activa.