Aunque heredada del mundo de los ferrocarriles, con la que se refería al auxiliar del maquinista encargado de alimentar el fuego de la locomotora, la palabra “fogonero” hizo también carrera durante buena parte de la historia del transporte público de Medellín. De hecho, anunciar el recorrido y las paradas de los carros, ayudarles a los pasajeros a subirse y bajarse, acomodar los mercados o los bultos que los usuarios llevaran y cobrarles el pasaje, eran las tareas que marcaban las rutinas de estos nuevos fogoneros, quienes generalmente se convertían luego en choferes. Sí, desde comienzos del siglo XX y hasta un poco más allá de los años cincuenta nadie decía ayudantes ni conductores, ni siquiera buses; se hablaba de fogoneros, choferes y camiones escaleras.