Sector de obreros, albañiles, carpinteros y artesanos, pero también de vagos y malevos
Para empezar, La Toma no es un barrio, es apenas un sector del cercano oriente de Medellín, largo y estrecho como una longaniza porque creció en las franjas de retiro de la quebrada Santa Elena, que allí corre a cielo abierto. Pero es un sector con identidad y una larga historia, que es realmente lo único que tiene. Como Lovaina, La Bayadera, Barrio Antioquia y otros barrios que cogieron ese tono oscuro de callejón y en su tiempo fueron muy nombrados, sobre todo en la crónica roja de los periódicos, y que ahora, como el caminito del tango, son sombras que el tiempo borró.
Porque eso es La Toma: una sombra no más, por la transformación urbana que ha sufrido la zona. La parte baja cambió por completo con la construcción del Parque Bicentenario y la Casa Museo de la Memoria, y la parte alta ha estado cambiando sus usos y costumbres desde que se construyó la estación Miraflores, la más grande del tranvía de Ayacucho y punto de anclaje de uno de sus metrocables. La Toma se ha convertido en otra cosa, solo queda su recuerdo y su mala reputación, que no se quita ni con papel de lija.