Jinetes y Carruajes

Puente de San Juan. Fotografía Rodríguez, s.f.


Hasta los últimos días del siglo XIX Medellín fue un reino de caminantes, jinetes y carruajes. Así se llegaba o se salía de la ciudad y así se movía la gente por sus calles; con ayuda de las propias piernas o en algún tipo de cabalgadura. A pesar de que en muchas partes del mundo ya había entrado en uso el automóvil a gasolina y el tren a vapor Medellín era pedestre y silencioso en asuntos de vehículos motorizados y, entre el clima lluvioso y la topografía de montañas, los caminos no tanto se recorrían sino que se padecían.

En cuestión de vías de tránsito no es posible encontrar alguien que se refiera a ellas de manera positiva, salvo en la primeras crónicas de los españoles. Así como los peninsulares del grupo de Jorge Robledo impresionaron a los aburráes con sus caballos, también ellos se vieron impresionados por caminos que los enviados a explorar la zona de Santa Elena y oriente compararon con los del Cuzco. Juzgando que la civilización que los había construido sería quizá demasiado numerosa para enfrentarla en esa oportunidad, Robledo decidió seguir hacia el norte para pasar de nuevo al valle del río Cauca.

 

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