Inauguración del ferrocarril de Amagá [Estación Medellín]. Fotografía Rodríguez, 1911.
El 3 de marzo de 1914, arribó el primer tren del Ferrocarril de Antioquia a Medellín, sin estar aún concluidas las obras de la estación central en Guayaquil. Algunos años antes, en 1909, se habían iniciado las obras de construcción del Ferrocarril de Amagá, que comunicaron la ciudad con la región del suroeste del Departamento, teniendo su estación central también en Guayaquil, en un lote contiguo al del Ferrocarril de Antioquia.
Sin duda alguna la materialización de estos dos grandes proyectos, transformaron ampliamente el orden social y el paisaje urbano de Guayaquil. El historiador Jorge Mario Betancur resume así los impactos de este hecho en la habitabilidad del sector:
La tradicional vida de hogar tomó otras perspectivas con los forasteros. Se volvió habitual la vida de muchas personas en una sola casa. Los inquilinatos proliferaron, en especial en el barrio Guayaquil. Los últimos pisos de los edificios Carré y Vásquez alojaron, en 1922, a sesenta familias, todas pobres en extremo. En revoltijo, habitaron en estos lugares, hombres y mujeres solas, viudas, gendarmes, trabajadores, prostitutas, estudiantes, familias de campesinos y desocupados, entre otro.
Guayaquil se convirtió así en un importante lugar de paso, un puerto seco, donde se mezclaron diversas actividades para satisfacer las demandas de los viajeros, elemento que alteraría de forma definitiva el modo de habitar el barrio, acelerando algunos procesos de deterioro, pero también, generando unas dinámicas de uso, que lo destacaron como centro urbano pluricultural, durante el tiempo en que el ferrocarril estuvo en funcionamiento.
Este hecho alteraría en adelante las condiciones de uso de los dos edificios comerciales del señor Vásquez, propiciando la transformación de los apartamentos en inquilinatos y la adecuación de nuevos locales, como bares y cantinas en los primeros pisos.