Estación Principal[Medellín]. Fotografía Rodríguez, s.f.
Esta estación central empujó a la ciudad hasta que las locomotoras se apagaron para siempre
Cuesta imaginarse hoy, al caminar por las losas movedizas de la plazuela central de La Alpujarra o por el desértico Parque de las Luces, lo que fue antaño esta zona, nombrada Guayaquil. El trajín había empezado a finales del siglo XIX con la plaza de mercado, pero fue con la construcción de la Estación Medellín del Ferrocarril que el sector adquirió un carácter vertiginoso y se ganó el mote de “puerto seco” de Antioquia.
Guayaquil se convirtió entonces en el centro comercial mayorista, atestado de depósitos, bodegas, centros de distribución y reempaque, de procesamiento de maderas y manufactura de cueros. Arribaban también el ganado vacuno, los cerdos y aves de corral, grandes cargamentos de maíz, arroz, papas, panela, trigo y otros víveres que luego los comerciantes guayaquileros negociaban en la mesa de algún café.
Por la estación central, contigua a la Plaza de Cisneros, entraba toda la materia prima para la naciente industria paisa. Esto atrajo hacia el sector gran cantidad de comerciantes, intermediarios, prestamistas, administradores, vendedores y bultiadores que desembarcaban en la estación. Así pasaron más de cincuenta años de idas y vueltas de trenes, tranvías, buses, chivas y camiones, hasta que las locomotoras se apagaron para siempre. La plaza de mercado, incendiada y abandonada, dejó de ser el centro de abasto de la ciudad y, con ello, el puerto seco de Antioquia dejó de existir.