Todos los días del año sin falta, a las cuatro y media de la mañana, don Óscar llega a La Veracruz, saca el maíz para el día, les arroja puñados a las palomas de la iglesia y luego distribuye el resto de los granos en la Plaza Botero, el Parque Berrío y la Plazuela Nutibara, y se va para su puesto en el parque de la Basílica. “Siempre que llego a mis parques y abro el talegado de maíz las palomas como que lo huelen a mucha distancia y vienen volando en bandada; me reconocen, me quieren mucho”. Y diciendo estas palabras saca de su casetica varias bolsitas de maíz, arroja un puñado y llegan ellas, de todos los colores, marrones, grises, negriblancas, negriprofundas, y en un instante estamos rodeados de centenares de palomas llegadas desde ninguna parte o desde el cielo en un espectáculo inolvidable para el cronista.